martes, 8 de marzo de 2011

Grana y oro

El sol desaparecía en el horizonte lentamente, alargando las sombras de las tiendas del campamento, el cual era un hervidero de gente yendo y viniendo.

Los dragones de oro se preparaban para el combate, dejándose ensillar y hablando con los que iban a ser sus jinetes por una noche.

El momento se acercaba y los héroes fueron convocados a una última reunión.

• Se os suministrará a todos una poción de caída de pluma. Tenedla a mano. No me gustaría que alguien se partiese la crisma cayendo.
• Una vez dentro, reconoced el terreno y encuentrad un lugar seguro. Que el mago lo analice hasta el mínimo detalle, para futuros viajes mágicos.
• Sois una de nuestras mejores bazas. No falleis. Buenas noches y buena suerte.

Ver a Kac trasformarse fue todo un lujo para la vista. Aquel humano que amaba la equitación se convirtió en un enorme ejemplar de dragón de oro, algo más largo que Chymon, la dragona roja de la Puerta del Fuego. Dos grandes y finos cuernos gemelos crecían hacia atrás desde sus cejas y nariz. A lo largo de su cuello lucía dos adornos en forma de cresta, que solo eran la introducción de las dos magníficas alas en forma de vela. Empezaban en los hombros y llegaban hasta la punta de su cola. Unos bigotes alrededor de su boca flotaban en el aire, que olía a azafrán e incienso.

Su piel relucía como el oro pulido a la luz de aquel atardecer. Tenía un aura de majestuosidad que impregnaba al que estaba a su alrededor de sentimientos heroicos y valentía sin igual.



No muy lejos, se oyó un portal dimensional. Tras un silencio opresivo, vítores y aplausos se propagaron desde aquel lugar como la pólvora. Del recinto portátil que los clérigos utilizaban surgió un humanoide de complexión musculosa con cabeza canina y una reluciente armadura completa. Parecía tan tranquilo como listo para el combate. El espadón sujeto con correas en su ancha espalda no menguaba su expresión, que transmitía inteligencia y voluntad de protección.

Se acercó al dragón lentamente, con paso marcial, flanqueado por un pasillo de combatientes anonadados y frente a él presentó sus respetos, clavando una rodilla en el suelo:

• Mi nombre es Hashtor, soy paladín y he sido enviado desde el plano de Celestia para ayudarte a tí, Kacdaninymila, a detener esta insana pretensión de liberar a Tharizdun.
• Juntos, demostraremos a Su Resplandencia que te eligió correctamente para este cometido y que, en un futuro, serás su digno sucesor.

El dragón adquirió un aire orgulloso y a la vez amable, e indicó al celestial que lo montase.

Cuando la luna tomó el relevo al sol, jinete y dragón, símbolo del bien y la resistencia a la opresión, partieron de Hommlet en dirección Nordeste, seguidos por 10 dragones más jóvenes, montados por nuestros protagonistas.

Surcaban el cielo a gran velocidad. El aire les obligaba a agarrarse fuerte y pegar el cuerpo al cuerpo del dragón, disminuyendo su oposición al viento. Hacía frío, pues el verano había quedado atrás hacía varias semanas.

A lo lejos, divisaron la oscura silueta del Templo del Mal Elemental. De pronto, el aire se enrareció. Comenzaron a toser y a boquear, sin saber qué sucedía. Aguantaron la respiración y escucharon a Kaz, más adelante:

¡30 segundos! ¡Preparaos para bajar altitud!

Ya podían distinguir las tiendas del enemigo. Había una miríada de ellas, eran incontables. Se extendían varias millas más allá de la muralla.

De pronto, viraron hacia abajo y la formación en V cayó en picado, sobrevolando las primeras criaturas. El pánico se desató en tierra. Goblins y trasgos huían despavoridos, tratando de esconderse donde pudiesen, aunque fuera debajo de las piedras.

Empezaron a sonar cuernos. Uno, dos, tres. Se mezclaron, no había forma de distinguirlos. Desde la muralla empezaron a encenderse antorchas, perfilándola. Aún quedaba lejos. Una bola de fuego pasó rozando y varios rayos relampagueantes alcanzaron a Kac, que no acusó un ápice el daño recibido.

Ya podían divisar los guardias apostados en el muro, lanzando flechas que silbaban en sus oídos. Sobrevolaron la muralla y exhalaron su aliento de fuego a todo el que había abajo. La destrucción era increíble. Gigantes, osgos y trolls corrían prendidos en llamas, buscando auxilio. La puerta estaba cerca. Se prepararon para tomar tierra.

De pronto, Kac frenó en seco. Algo lo había parado de un puñetazo.

Envuelto en llamas y tan alto como dos humanos, este monstruo gigantesco flotaba en el aire con sus alas de murciélago, moviendo su cola como si fuese un látigo. Grandes escamas cubrían su cuerpo como una armadura. Su sonrisa revelaba unos enormes colmillos goteantes de veneno.

El arconte, desde una posición un tanto extraña, les gritó:

• ¡Diablo de la sima! ¡Bajad, bajad, bajad! ¡Ya, ya, ya!

Kac se recuperó del golpe y se abalanzó sobre su enemigo. Al mismo tiempo, el arconte se soltó de sus agarres y se lanzó también, a por aquel legendario diablo. Les repelió con facilidad suma. El grupo se bebió su poción de caída de pluma y saltó sobre aquel infierno. El fuego se propagaba con rapidez entre las tiendas, comiéndoselas en un festín de chispas y monstruos gritando.

Aun quedaban unos 100 pies para llegar a las puertas. Habría que sortear enemigos y enormes llamas. Arriba, a muchos metros de altura, los 11 dragones y el arconte, que se las arreglaba para no caer nunca al suelo, luchaban contra aquel diablo. Parecía igualado pero desde las alrededores empezaron a despegar un sinnúmero de monturas aracnófagos y sus jinetes, que perseguían a los atacantes y les hostigaban.

Bajaron la vista y corrieron hacia su destino.

Desde Hommlet con amor

Después de que el Atrio Exterior prácticamente se les viniera encima, los héroes fueron avisados por Javier, de forma urgente, a que se presentasen en Hommlet de inmediato.

Allí conocieron a Kacdaninymila, abreviando Kac, un noble y coleccionista, que charló con ellos sobre lo acontecido en el Templo de la Consunción Total. Tras mostrarles a sus pura sangre, les invitó a una cena con el alto mando. Tras esta, expuso el plan para la noche siguiente.

Esto es lo que ellos escucharon:

Como todos sabemos, a unas cuantas millas al nor-este, se encuentra el TME. A su alrededor, tanto dentro como fuera de sus murallas se han asentado cientos de criaturas malignas, según nuestros espías. Parece ser que esperan algo, imagino que la orden de alguien importante, alguien a quien temen y adoran al mismo tiempo.

Desde la reconquista de Hommlet, su moral estará baja, con lo que un ataque demoledor les pondría en fuga. El problema es que no se puede llegar hasta allí sin atravesar el bosque, o al menos bordearlo, con lo que las columnas de soldados correrían peligro. Las tropas de Furyioendía todavía tardarán días en llegar por el norte, donde sí podrían trabarles.

Al menos, desde aquí es posible vigilar sus movimientos, y en caso de que marchen a la guerra hacia Verbobonc, los interceptaremos.

Así pues, como se nos acaba el tiempo, enviaremos a un grupo de élite al corazón del Templo, para que una vez dentro, tengamos capacidad de usar el teletransporte de forma segura.
Ése grupo sois vosotros. Cabalgaréis a lomos del séquito de Kac y sobrevolaréis el contingente enemigo, para finalmente saltar frente a las puertas del Templo e irrumpir...

Espera, espera, ¿has dicho sobrevolar?

Sí, claro, volar por encima del enemigo.

¿A qué vienen esas caras? ¿Hay algo que no entendáis?

Kac se ríe a mandíbula batiente.

¡Maldita sea Kac! ¡Creo que ya son de suficiente confianza como para decirles que sois dragones de oro! Y yo que pensaba que me había explicado mal... Irrumpiréis en el Templo y buscaréis la forma de acceder a los subterráneos.

Pero eso no es todo. Para asegurar que abrís brecha una vez dentro, nuestros clérigos están preparando un conjuro muy poderoso que nos proporcionará un aliado sin igual, que estará encantado de ayudarnos.

Si todo sale como está previsto, mañana tras anochecer llamaremos a Hashtor, un canarconte heroico, paladín de nivel 11 (VD 16), el cual, a lomos de Kac (VD 14), abrirá brecha entre el ejército del mal. El resto, montados en el séquito de Kac (VD9) en formación en V, les seguirá, tratando de sufrir las menores heridas posibles.

Con su aura de presencia pavorosa, el pánico cundirá entre sus filas y pocos podrán responder a vuestra incursión, pero debéis llevar a cabo una misión, y salvaguardaros es lo más importante. Habrá montones de jinetes de aracnófagos, así que cuidado.

Una vez en la puerta, descabalgaréis todos y entraréis al Templo en sí. Kac y el resto de los dragones se quedarán diezmando las filas enemigas. En cuanto el enemigo se reorganice y presente batalla, se volverán para acá. Para ese entonces, habrán cubierto vuestras espaldas y solo tendréis que pelear hacia delante.

lunes, 6 de diciembre de 2010

El diario de Hedrack

Tras superar La Picadora, los héroes llegaron a la habitación de su enemigo más poderoso, Hedrack. Ya sabían, por los espías de Javier, que éste no estaba allí, sino en el Templo del Mal Elemental, así que abrieron la puerta.

Un conjuro de Interdicción protegía la sala, así que lo disiparon. Entraron y buscaron lo que hubiese de valor. Y encontraron la muerte.

Tanto el pícaro como la druida cayeron fulminados por sendos conjuros de Rematar a los vivos, en una concatenación de fallos garrafales en cuanto a conjuros defensivos se refiere.

Salieron de allí con un Tomo de Entendimiento +1. Resucitaron a ambos, y volvieron al día siguiente. Esta vez la suerte les sonrió y encontraron el Diario de Hedrack:

DIARIO DE HEDRACK:

IMAGINAOS mi sorpresa al descubrir que Lord Iuz, a quien había servido fiel y hábilmente hasta entonces, no era el auténtico poder tras el Templo del Mal Elemental. Incluso su aliada, la demonio Zuggtmoy, no era sino un peón. Sagazmente pude descubrir que el auténtico poder era el culto del Ojo Elemental Arcano y, tras él, el culto de Tharizdun. Por fin, una causa merecedora de mis habilidades; por fin descubro el camino hacia el poder definitivo. Los Soñadores de la perdición dirigen el culto y la Tríada son los amos de los Soñadores. Me uniré a sus filas y acabaré siendo el sumo sacerdote del Señor Oscuro, el Primero. […]

EN el tiempo que llevo aquí he obtenido el respeto de todos; saben reconocer la grandeza cuando la ven. Me han confiado el cetro de tentáculo, símbolo de mi cargo, y se me ha dado el control del Gran Templo en el Atrio Exterior. Pronto seguiré avanzando en las filas de los Soñadores de la perdición hasta llegar al Atrio Interior. […]

EN mi época como comandante supremo del Templo del Mal Elemental jamás conocí a un servidor del mal más capaz que el llamado Lareth el Hermoso. Iuz, Zuggtmoy e incluso Lolth reconocían su poder. Murió defendiendo la Barbacana del foso, pero yo le devolví a la vida, aunque desfigurado. Creo que aun vive en Nulb, a pesar de que sabía que el culto del Ojo Elemental Arcano iba a encubrir nuestra huida de la zona cuando el Templo cayó. Quizá se haya vuelto loco y, en ese caso, ¡qué lástima! […]

CUANDO me informaron de que los Soñadores de la perdición proclamaron la profecía del Campeón del Mal Elemental, el que devolvería el poder al Templo del Mal Elemental, supuse automáticamente que el elegido sería yo, pero imaginad mi sorpresa al saber que me equivocaba. Sin embargo, creo que seré yo quien encuentre a ese Campeón y me convierta en su mentor. Debo ponerme en contacto con Tessimon. […]

TESSIMON, del Templo del fuego, vino hoy al Atrio Exterior. Le hicimos la prueba en el Gran Templo y nos dimos cuenta de que ella no eral el Campeón que había sido anunciado. Sin embargo, ansía el poder e intentó seducirme de nuevo para conseguirlo. La puse en contacto con la Máquina infernal y ahora tendrá consigo un ayudante infernal en todo momento. Ya tiene el poder que ansiaba, aunque sospecho que bastante trabajo tuvo con sobrevivir al proceso. […]

ZUGGTMOY e Iuz crearon un artefacto llamado el Orbe de la muerte dorada para con él crear los Nodos elementales en las profundidades de los subterráneos. Ahora sé que recibieron los secretos necesarios para ello de manos de los agentes de los Soñadores de la perdición. Aunque el Orbe fue destruido (hundiendo de paso los niveles subterráneos del Templo del Mal elemental y sellando los nodos) el culto del Dios Oscuro tiene otro artefacto del que el Orbe de la muerte dorada no era sino una copia. Le llaman el Orbe del Olvido y se lo han llevado al Templo del Mal Elemental para reabrir los nodos. […]

AUNQUE los soñadores de la perdición se han llevado el Orbe del Olvido, el Orbe de la muerte plateada, otra copia, sigue en la Cápsula Negra, más allá del Velo púrpura. […]

MIS enemigos, el mago Falrinth, y su socia Smigmal Manorroja siguen con vida. Supuse que habían muerto en la caída del Templo del Mal Elemental, pero no fue así y ahora trabajan para los Soñadores de la perdición, que excavan los niveles inferiores del viejo templo, aparentemente por conocer un camino secreto y directo al tercer nivel. ¡Que el Dios Oscuro se los lleve! Son capaces de traicionar a los Soñadores de la perdición de alguna forma y arruinar nuestros planes. Si alguien quisiera escuchar la voz de mi sabiduría, la cabeza de Falrinth adornaría el estante que hay junto a mi bañera. […]

EL cetro de fuerza y los anillos de armadura de fuerza están guardados en la Cápsula Negra en espera de la llegada del Campeón del mal elementa, como regalos del Dios Oscuro y símbolos de su aceptación del Campeón. […]

ESTABA convencido de que el Campeón del Mal Elemental es Lareth el Hermoso y ayer nuestro oráculo ilícida Satau me confirmó que mis sospechas iban por buen camino. Con esta información, utilicé el cetro de tentáculo en el Gran Templo para transportarme directamente al Atrio Interior. Allí me fue concedida una audiencia con el Primero de la Tríada, a quien informé de mis sospechas y la confirmación de Satau. El Primero me dijo que, como recompensa, estaría entre los Soñadores de la perdición cuando Tharizdun volviera a recorrer la tierra. […]

LO HE CONSEGUIDO. Fui a buscar a Lareth, el campeón profetizado, a su morada en Nulb. En un principio se resistió a acompañarme, pues no daba crédito a mis palabras. Así que tuve que emplear una diplomacia más mágica y agresiva y traerlo al Atrio Exterior en contra de su voluntad. […]

LA MISMÍSIMA TERCERA bajó hoy a visitarnos y “habló” con Lareth en privado. Lo convenció, mas parecía un autómata cuando entraba al Gran Templo. Allí lo sometimos a la prueba y no la superó. El mundo se me vino encima y mentalmente anoté matar a Satau, por haberme hecho pasar tal vergüenza ante ella. Pero había algo distinto esta vez. Su Oscuridad no había castigado con un frío demoledor ni había dejado ciego a Lareth, como ya hizo con Tessimon. Su potente y oscura voz resonó en la sala, como cada vez que fallábamos en la búsqueda.

Entonces la cara de Lareth cambió por completo. Oír de viva voz a Tharizdun le hizo ver su verdadero sino. De nuevo, clavó una rodilla en el suelo y recitó con poderío y vehemencia el mantra identificador:

“Temido Tharizdun, poder del Ojo elemental arcano y amo de todas las fuerzas destructivas, soy el Campeón del Mal Elemental y estoy listo para llevar a cabo tus deseos”

No ocurrió nada. Nadie hacía el menor ruido. Sabíamos qué sucedía si aquello salía mal, pero no teníamos una confirmación de que hubiera salido bien.

Entonces Lareth cayó, en una posición algo extraña debido a que estaba semiarrodillado en un principio. Ninguno de los presentes nos movimos: La Tercera, Naquent, Ukemil, Varachan, Dunrat y yo mismo nos miramos con escepticismo. Los segundos pasaban y no sucedía nada nuevo.

Lo que aconteció después tuvo un gran calado en mi fe, renovándola. El Ojo de nuestro Dios se alzó desde el altar. Todos lo miramos y él nos atravesó con la mirada. Su voz retumbó con tal fuerza que creí que derrumbaría el Atrio Exterior.

“Enviad a mi campeón al corazón de las lunas, a los nodos que hay allí, para que pueda soltar a mis retoños sobre el mundo y ellos a su vez me liberen”

Acto seguido Lareth volvió en sí y se puso de pie. Puso los brazos en cruz y recibió una Descarga flamígera del propio Círculo Negro. Gritó, pero solo un momento. Las llamas fueron disipadas por un torbellino de gran poder, que lo alzó en vilo pero no lo sacó del círculo. Le siguió una lluvia de rocas que cubrieron al Elegido por entero para finalmente diluirse y sumergirle en un tubo de agua mágica.

Era Él y conocía perfectamente su nuevo papel.

“Dirigidme a la Cápsula Negra, he de recoger los regalos de Su Oscuridad.”

[…]

Aquí termina el diario.


Además, el grupo encontró una palanca, de la cual tiró.Una combinación ingeniosa con Campo Antimagia libró a la compañía de caer en las siguientes trampas mágicas, que revelaron La Armería secreta de Hedrack, que contenía, entre otras cosas, todo lo que éste les había robado.

En su escritorio Hedrack dejó unas notas en sucio:

- La gema elemental de tierra ha sido encontrada, he de trasladarme a TME para la celebración y la Ascensión.

- Llevar a Daagra y a Satau. No puedo permitir que el Oráculo muera.

- Dejar tres grupos protegiendo el artefacto. Los dos drows, escondidos al acecho. Naquent y Redihitidoor en la Cápsula Negra y los dos asesinos en el Gran Templo.

- La Cápsula Negra, jaja.


Salieron de allí tras repartir todos los objetos encontrados y en el siguiente pasillo encontraron enemigos. Dos golems de carne.

Iniciativas.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

De cómo Thrommel dejó este mundo

Tras quedar inmovilizado en el aire pudo ver como sus compañeros le abandonaban, excepto Tooru que parecía también atenazada por un poder mental. Aparentemente había caído en la misma trampa.

Después de unos angustiosos instantes notó como una especie de tentáculo le cogía de la pierna. Voluntariamente dio patadas y consiguió desembarazarse, pero algo volvió a introducirse en su mente y cayó sin sentido…

Al despertar estaba atenazado, atado de pies y manos sin poder moverse, una fuerza invisible lo impedía. Se giró en la oscuridad de la habitación y allí estaba Satau. Justo entonces Tooru se transformó en un pájaro y salió volando de la habitación del Oráculo. Al rato el Oráculo se dio la vuelta, vio que estaba despierto y mentalmente le comunicó –Tu momento ha llegado, no puedo hacer más por ti…-

Una descarga mental después (para evitar pataleos) y tras comprobar su atontamiento, se lo cargó al hombro y lo sacó de la estancia. A rastras por el Atrio Exterior, qué manera más rara de moverse. En la biblioteca se oyeron pisadas acercándose con celeridad, lo que hizo que Satau se detuviera. No veía quién era, pero el azotamentes estaba tenso y concentrado. Hasta que lo echó al suelo, como un saco. Le dejaba con los desconocidos.

Oír aquella voz de nuevo provocó un aluvión de recuerdos en Presto, una oleada que confundió pasado con presente. Impotente y espectador de sí mismo, se resignó. No estaba acostumbrado a vivir su cuerpo en tercera persona.

Thrommel: Agárralo con fuerza y vámonos al salón, ¡Estoy harto de molestias! Por tu culpa la otra ha escapado-, unas manos con sucias garras te cogen y te suben a los hombros, puedes ver una espalda familiar, es Varachán.

Os movéis recorriendo el Atrio Exterior con tranquilidad, parece ser que se han dirigido al salón, está muy tranquilo, ya quedan pocos habitantes en el atrio…Allí te dejan en el suelo y Thrommel te dice con delicadeza –Quédate quieto de pié-. No puedes hacer otra cosa. Escuchas una interesante conversación:

Varachán: Gran amo ¿Qué va a hacer con él? ¿No va a llevarlo a Hedrack?
Thrommel: ¿Y desperdiciar un compañero como él? No, creo que lo aprovecharemos, que mejor que tener otro vampiro por aquí a nuestras órdenes.

Varachán: No creo que sea bueno, Hedrack “el superior” podría cabrearse y venir a por nosotros.
Thrommel: ¡Calla, ser ínfimo! No vuelves a llamarle “el superior” me da asco. No te das cuenta que en cuanto transformemos a este bata-manta Hedrack no será problema para nosotros.

Varachán: Creo que es mala idea. Hedrack se cabreará y vendrá a por nosotros, deberíamos entregárselo.
Thrommel: No será problema si lo hacemos rápido, venga, transfórmalo ya.

Varachán: ¿Qué lo transforme yo?
Thrommel: ¿Es que no me has escuchado? Venga, transfórmalo ya. Es una orden. Por cierto, tú, humano, DEFIÉNDETE lo que puedas.

Ves como Varachán avanza hacia ti. No puedes hacer nada, tienes las manos atadas con una fuerza mental. Varachán te muerde.

De repente escuchas una explosión, todo sucede muy deprisa.

Aparece Hedrack, rodeado de un aura mágica tan potente que es casi tangible: “¿Qué pensabais engañarme? ¡No lo permitiré!”.

Reforzando sus palabras, la esfera de aniquilación se traga las diferentes sillas con que va rozando.

Thrommel susurra sosegadamente: "Ya te tenía yo ganas, humano engreído". Desenvaina a Endecha, su espadón sacrílego, y se prepara para el combate.

Varachan te suelta, sólo para conjurar un Muro de fuerza que lo separe de Hedrack, dejando a su amo Thrommel en lucha directa e individual con Hedrack. Se gira de nuevo y avanza hacia ti. Lo ves claro, si te convierten en vampiro serás la baza que incline la balanza a favor de los no muertos.

No obstante puedes ver la autoconfianza de Hedrack. Ha esperado a que todos os mováis sin preocuparse, sabe que es superior, parece un loco con su sonrisa macabra. Se mueve y dice –me cansas mucho Thrommel, esta es la excusa perfecta para eliminarte- y podéis ver como un rayo fulgurante y verde sale de la mano de Hedrack, avanza rápido, Thrommel trata de evitarlo moviéndose a una velocidad sublime pero en el último momento el rayo le impacta en todo el pecho. En un instante, casi de forma imperceptible, Thrommel es historia. Su cuerpo, convertido en un montoncito de polvo. Sobre él han caido todas sus pertenencias, la única prueba de que alguna vez existió. La sala queda en silencio. Aterrado, Varachan huye.

Presto, viéndose libre de toda manipulación, intentó desatarse con todas sus fuerzas. Y lo consiguió. No necesitó más para teleportarse fuera de allí...

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Nota 1: La primera parte, esto es, hasta la aparición de Hedrack, es lo que se le leyó a Josema, con alguna variación para hacerlo más adecuado al estilo de posteo.

Nota 2: La segunda parte fue batalla real, con dados d20.

domingo, 3 de octubre de 2010

Episodio II - "Tocables"

Aquel calor era insoportable y el camino polvoriento. El verano, en sus inicios, les castigaba como si estuviera en su apogeo. La Barbacana del Foso, como la habían llamado en Hommlet, no debería estar muy lejos. El nuevo, un pícaro del lugar, así lo corroboraba.

Tras limpiar de chusma trasgoide el ruinoso Templo del Mal Elemental, el grupo –particularmente el minotauro- se había ganado la aprobación de ciertas personas del pueblo, aunque en sus visitas seguía reinando una hostilidad abierta de los lugareños, víctimas de su ignorancia y sus afincados prejuicios.

De pronto, con paso lento pero sin vacilar, un viejo salió de la espesura arbórea cercana al camino portando un atillo del que colgaba una bolsa vieja y ajada.

El grupo se puso en guardia, mas pronto se tranquilizaron pues el cazador (llevaba un conejo en la otra mano) les saludó sin ademanes agresivos. Charlaron un poco y pronto se dieron cuenta de que aquel tipo tenía demencia senil, aunque conservaba sin merma alguna sus capacidades físicas en el bosque.

Le preguntaron sobre su objetivo actual, la Barbacana del Foso.
El viejo comenzó a gritarles, fuera de sí, que se mantuvieran alejados de aquel emplazamiento del mal. Les contó que últimamente había visto movimientos extraños (por eso se dirigían allí) y no sólo eso, también aseguraba haber visto ¡un DRAGÓN AZUL!

“Chiflado”, murmuraron para sí, una vez se hubieron despedido amigablemente.
El camino terminaba justo allí. La descripción dada coincidía. Un foso de agua putrefacta rodeaba el fortín que antaño había sido la punta de lanza del Mal Elemental. El aire enrarecido por los vapores y una bruma poco densa hacían más inquietantes sus aledaños.



Cuando estaban cerca del puente levadizo, observaron huellas recientes. Alguien había pasado ya por allí. De pronto, una rana gigante se les abalanzó. No obstante, no les dio muchos problemas y la facturaron a los Nueve Infiernos de Baator en un periquete.

Entraron a la plaza militar cruzando el puente. Un olor a muerte procedía de la estructura interior, que poseía una entrada ancha que algún día tuvo una puerta para sellarse. Antes de entrar, buscaron indicios en la plaza, algo que les ayudase previamente a cruzar el umbral hacia la oscuridad.

De pronto, el cuervo que era compañero animal de la maga graznó algo parecido a:
“¡Alas! ¡Alas!”- A la vez que batía las suyas propias.

Un majestuoso dragón azul surgió de la oscuridad, haciendo que temblara la entrada.
Paralizados sin saber qué hacer, asistieron al espectáculo que proporciona ver a un dragón usar su arma de aliento. En este caso, un relámpago azulado y chispeante que literalmente frió al clérigo, a la maga y a su cuervo. Sus cuerpos, todavía retorcidos por la tensión generada en sus músculos, cayeron al suelo como muñecos.

Tal escena sumió en desesperación al resto. Pero armándose de valentía el minotauro plantó cara al monstruo y tras un duelo encarnizado cuerpo a cuerpo se alzó con la victoria, mucho más amarga que de costumbre.

No siguieron explorando aquel día. Volvieron a Hommlet a llorar a sus compañeros.

martes, 31 de agosto de 2010

Oscuridad

Aunque fuese en blanco y negro, contemplar la ciudad subterránea de Dra-Mur-Shou le sobrecogió. Siempre lo hacía. Tenía un encanto malévolo y una apariencia general siniestramente bella. Su construcción alienígena y su diseño satisfacían las capacidades innatas para levitar de sus moradores.

Una especie de castillo enorme, con aberturas a varios niveles de altura, ocupaba el centro de la ciudad, dominándola. Abajo, en el nivel inferior, podían verse criaturas de todo tipo -mayormente grimorloks y khuuls-, haciendo trabajos forzosos.

Ojalá se pudiese hacer tratos con ellos, supondrían una alianza sin parangón, una defensa implacable para los planes de los Soñadores. Era una lástima que aquella gente solo pensara en sí misma.

"Es necesaria dicha separación"

Hedrack dio un respingo, pero se recompuso y contestó:

- Maldita sea, podrías anunciarte o dejarte ver antes de hablar.

"Eres tú, Hedrack, el que ha venido hasta mí"

- Cierto es. Muéstrate. Ahora. Quiero pedirte algo.

Se arrepintió de lo dicho en cuanto recordó cómo lucía su interlocutor. La cabeza de pulpo de cuatro tentáculos con sus ojos blancos e hinchados no era plato de buen gusto. No ayudaba tampoco que constantemente le chorreara de la boca un limo aceitoso.


Pero prefería tenerlo situado. No escuchar su voz le impedía conocer su posición.

"Como te decía, existen dos tipos de seres, los que siempre piensan en voz alta y los que no. Y de los segundos, los más poderosos somos nosotros, los illitas."

Hedrack puso los ojos en blanco. Ya empezaba.

"El resto sólo son escoria que malvive en este plano esperando su muerte y deseando reencarnarse en uno de nosotros."

Empezaba a hartarse:

- Termina ya con tu cháchara exacerbadamente xenófoba y escúchame con atención: Ya han entrado al Atrio Exterior.

"Qué novedad. También lo sabían Chymon y Rocky, y como ellos, también lo sabes tú, Hedrack"

- ¿!Pero qué!? No tolero que me hables en ese tono, sigo siendo quien manda aquí, no lo olvides.

"Quieres que te lea el futuro, para eso has venido, porque estás preocupado y porque yo soy el Oráculo, pero para eso no necesito nada de lo que tengo arriba."


- No sigas por ahí, masa bulbosa, o la bota herrada de Tharizdun aplastará tu cabeza y los restos se esparcerán por toda la Antípoda Oscura.

"Hedrack. Encontraste al Campeón y pasó la prueba. Eres el preferente para ascender al Atrio Interior y Su Oscuridad te ha dotado para manipular su regalo a voluntad. No tienes rival aquí. Sólo tienes que enfrentarte a ellos mostrando tu cara más implacable."


- Satau, no necesito que nadie me recuerde mis hazañas, la memoria no me falla todavía. No soy tan mayor.

"Silencio. Son ellos. Están hablando con la puerta. Ignorantes..."

- ¿Ellos? ¿Allí arriba? Es una señal de Su Oscuridad. Me encargaré ahora mismo.

"La determinación de un líder. Machácalos y envía sus cabezas a Javier. No quepo de gozo al imaginar su cara..."

Hedrack rió ante el comentario y dejó atrás al azotamentes. Por el camino, fue mejorando sus defensas con conjuros. Se iban a enterar.

viernes, 27 de agosto de 2010

La decisión

Una vez despachado el Elemental de Tierra anciano, los héroes huyeron del Atrio Exterior porque una Esfera de Aniquilación se les venía encima...

Ya en la ciudad, dispuestos a comprar objetos mágicos y mejorar los existentes, fueron llamados a la presencia de Javier.

Cojeaba ligeramente. Unas enormes ojeras le adornaban la parte alta de los pómulos y andaba de un lado para otro dando órdenes a mensajeros que llegaban incesantemente.

Levantó la mirada cuando entraron. Se acercó a una mesa pequeña y rústica, con sillas bajas sin respaldo y les invitó a sentarse.

Una vez todos se sentaron, salvo Hódor que se había quedado en el patio, les habló con voz cansada pero con el deje autoritario de quien ha pasado media vida al mando:

- Señores, les seré franco. Tengo gente observándoles desde que se fueron, y están, perdón, estamos muy sorprendidos de cómo derrotaron a ese dragón rojo y al elemental anciano. Toda una hazaña, merecen mi respeto.

Hizo una pausa, para beber un trago, y continuó con un tono más severo:

- Mas estoy realmente preocupado. La integridad de su grupo se ha visto comprometida en los últimos días debido a unas botas que, a mi parecer, están malditas. Según su versión de los hechos, la cual creo cada vez con más vehemencia, esas botas de invisibilidad mejorada salieron de un altar de culto a Tharizdun.

Parecía inquieto. De hecho, se levantó y dio varios paseos, como si sopesara algo en su mente.

- Tengo a la mitad del ejército de la ciudad casi llegando a Hommlet. Los que están ya allí se ven constantemente rodeados en escaramuzas y contactos. La villa ha sido tomada por una horda de trasgoides y goblinoides, usando gigantes de piedra y trolls como asedio. Les debe dirigir alguien, pues se mueven con cierta disciplina.

Su tono bajó de intensidad:

- Elmo, el capitán de la guardia, un gran amigo, fue suplantado por un impostor, probablemente un Droppelanger o un Rakasha, llevando a la milicia de Hommlet y a algunos de sus mejores combatientes a una trampa muy bien urdida. En muy poco tiempo, Burne y Rufus se tuvieron que teleportar hasta aquí, pues no tenían medios para defender el castillo por sí mismos.

Se detuvo, para mirar fijamente a sus invitados:

- La mayoría de la población fue asesinada. Muy pocos fueron tomados como rehenes.

De repente, sonrió y añadió:

- No obstante, en una maniobra de infiltración conseguimos que vuestro amigo Chen-Li y unos cuantos más liberaran a la canonesa Y'Dey de su templo, que estaba rodeado y en sus últimas. Clérigos como ella quedan pocos.

Volvió a la mesa y acercó un mapa de los alrededores de Hommlet:

- Intentaremos retomar Hommlet porque es el punto estratégico de la zona. No puedo asediar o ayudar a entrar en el Templo del Mal Elemental sin antes poseer Hommlet. El resto de zonas son bosques, muy peligrosos para asentar un campamento de guerra.

- Su trabajo sigue siendo matar a Hedrack y traer su cadáver, para dificultar los intentos de resurreción. Y por supuesto, redimir al Príncipe Thrommel con un estacazo al corazón, recuperando sus objetos más significativos.

- Ahora bien, han de decidir qué hacer con esas botas. En malas malos, y no me refiero a ustedes sino a alguien del enemigo, serían un gran problema. Dejen que les proponga algunas alternativas:

- Primero, podrían venderlas a algún comerciante de la ciudad. Con una buena tasación supongo que podrán recuperar algo más de la mitad de su precio, acercándose a las 40 mil piezas de oro.

- Segundo, podrían dármelas ahora para que las vendamos a 25 mil piezas de oro y equipemos correctamente a la señorita Y'Dey, que está deseosa de acompañarles. Es una clériga de nivel 10, con mucha experiencia.

- Tercero, podrían dármelas ahora para que las desencantemos y con su poder mágico nuestros mejores herreros fabriquen el arma definitiva, la que podría cambiar el curso de la guerra. Éstas armas suelen tardar un mes en fabricarse en condiciones normales, pero contamos con muchísimos voluntarios. Se trataría de un arma cuerpo a cuerpo con un bonus de mejora de +4 y con la cualidad Azote de Elementales.
Ésta superaría la resistencia al daño de los príncipes malignos: Imix y Yan-C-Bin y les daría donde más les duele. En una semana estaría disponible.

- Cuarto, pueden seguir con ellas, a pesar de saber que son un caramelo y ustedes se van a meter en el peor de los colegios.

- Les dejaré un momento para que lo mediten...