miércoles, 28 de julio de 2010

Prolegómenos de la batalla final contra el Templo del Fuego

Desde que el grupo se internó en los dominios del Templo del Fuego, el ambiente se había ido caldeando con cada paso, haciéndoles sudar la gota gorda, literalmente.

Las anteriores batallas habían sido sencillas de ejecutar, el enemigo había sido saqueado y el terreno había sido reconocido en su mayor parte. Habitaciones vacías, sin vigilar, tesoros al alcance de cualquiera con los reflejos suficientes…

Los tambores ya no sonaban. Procedían de las puertas doblesde bronce rojo. Su apariencia era recia y dio positivo al aplicársele Detectar magia. Cerradura mágica. Cada puerta tenía grabada la imagen de un dragón rojo enroscado, rugiendo y preparado para luchar. Las puertas desprendían calor, pues el aire contiguo desdibujaba a veces a los feroces dragones, como si fuera el humo que sale de sus fosas nasales.

Como el conjuro de detección no atravesaba paredes ni puertas, probaron en las cortinas que también parecían conducir al mismo lugar.

Tras esas cortinas, a una cierta distancia, diversas auras mágicas, de número y potencia varios. Había dos de ellas que tenían algunos conjuros de ayuda y portaban objetos mágicos de tipo menor o intermedio bajo.Otra aura llamaba la atención por su potencia: los conjuros activos eran mucho mejores y uno de sus objetos era tremendamente mágico. No se movía en absoluto y parecía encontrarse en un nivel inferior.

Continuó su trabajo la druida, de relatar a sus compañeros lo que iba analizando, cada vez con mayores dificultades. El siguiente salto en poder fue estratosférico. En un espacio de 5’, que se movía a una velocidad perfectamente constante, se concentraban una serie de auras muy poderosas, algunas desconocidas. Conjuros de protección, de ataque, de modificación mágica… Eran incontables.

La última aura fue demasiado. Su tamaño, su naturaleza, su vehemencia. La druida sufrió un vahído y a punto estuvo de caer al suelo, de no haber sido por sus compañeros, que se arremolinaron formando un perímetro deseguridad…

Risas. Risas histéricas. Risas histéricas de mujer. Mientras tanto, el lobo gruñe. Huele a quemado. Tras la cortina algo se está quemando. El inconfundible crepitar de las llamas es cada vez más ruidoso. La risa es irritante y no deja de oírse. De repente, se detiene y se reduce a un ligero murmullo…

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Decidid qué hacéis y contestad vuestra acción :P